“Una verdad de templo es que en ningún sitio del mundo existe independencia judicial si no es como un compromiso asumido por las fuerzas políticas que en un momento determinado inciden en la toma de decisiones en un país dado”.
(Fragmento de discurso del autor en ocasión del
Día del Poder Judicial, 7 de enero de 2009).
Al Gore durante su ponencia en UNIBE, en la cual estuve presente |
Cuando Al Gore visitó la República Dominicana luego de haber perdido las elecciones presidenciales de los Estados Unidos de América, durante un acto que fue celebrado en la Universidad Iberoamericana (Unibe) me correspondió compartir con él la mesa principal y dirigiéndose a mí preguntó que si aquí en la República Dominicana ocurría lo mismo que en su país que las elecciones no las gana el candidato que obtuviese la mayor cantidad de votos emitidos en las urnas, porque él las había perdido a pesar de ello. Le dije que no siempre ha sido así, mi querido Vicepresidente; no siempre.
Al Gore, quien en el año 2007 obtuvo el Premio Nobel de la Paz, había sido el vicepresidente de Bill Clinton durante sus mandatos presidenciales y para las elecciones del año 2000 fue nominado por el Partido Demócrata para la presidencia de la República, conjuntamente con Joseph Lieberman, para la vicepresidencia.
Muchos recordarán los momentos de turbulencias políticas registrados en ese país a consecuencia de la campaña por la presidencia de la República para el período 2000-2004, entre los candidatos George W. Bush y Al Gore, principalmente por los originados en el Estado de la Florida con el recuento de los votos emitidos, que originó que el segundo presentara una apelación por ante los tribunales contra el resultado de las elecciones.
El Tribunal Supremo de Justicia de la Florida acogió la apelación y ordenó la inclusión de más votos procedentes del recuento en los condados de Palm Beach y Dade, así como otros votos que correspondían a Al Gore según la legislación de ese Estado. Esta medida originó que la ventaja que tenía el candidato Bush se redujera a 154 votos.
Esa decisión que había dispuesto el recuento de los votos, fue recurrida por ante la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos de América, por el candidato Bush con la finalidad de detener el recuento de los votos, que obviamente no lo estaba beneficiando.
El ex presidente Bill Clinton recrea aquellos momentos en su obra Mi Vida, de la cual extraigo algunas consideraciones importantes, que comparto con ustedes.
Nos dice Clinton que mientras celebraban en el hotel Grand Hyatt en Nueva York la victoria obtenida por su esposa Hilllary, quien había ganado las elecciones como senadora por Nueva York, Bush y Gore estaban empatados. Durante semanas, todo el mundo sabía que las elecciones serían muy ajustadas, y muchos comentaristas decían que Gore quizá perdería el voto popular, pero lograría los suficientes electores como para ganar. “Cuando nos acercábamos a la jornada electoral, aún creía que Al Ganaría porque contaba con el impulso del momento y su programa era el adecuado”. “Gore ganó por más de 500,000 votos, pero el voto electoral quedó el aire. Las elecciones terminarían decidiéndose en Florida, después de que Gore ganara por una estrecha victoria de 366 votos en Nuevo México”.
Varios abogados me dijeron que el alto tribunal no iba a acoger la demanda de Bush, porque se trataba de una cuestión estatal; que era difícil obtener una orden judicial contra lo que era una acción completamente legal. Pregunté a varios abogados si se habían encontrado con una sentencia parecida y a nadie le había sucedido; el tribunal tenía que pronunciarse en breve sobre si el recuento en la Florida en sí era constitucional. Ese tribunal había dictaminado por 7 votos contra 2 que el recuento de votos en Florida era anticonstitucional porque no existían criterios uniformes que pudieran definir la intención clara del votante a efectos de un recuento, y por lo tanto distintos miembros de la junta de recuento quizá podrían contar o interpretar las mismas papeletas de forma distinta. Por 5 contra 4, los mismos cinco jueces que habían dictaminado el recuento tres días antes, ahora decían que tenían que concederle las elecciones a Bush, porque de todas maneras, según la ley de la Florida, el recuento debía terminar antes de las doce de la noche del mismo día. Esa fue una decisión vergonzosa, dice Clinton.
Clinton sigue diciendo en la ya citada obra Mi Vida, pero ahora lo cito textualmente:
“Bush contra Gore pasará a la historia como una de las peores decisiones judiciales que el Tribunal Supremo ha tomado jamás, junto con el caso Dred Scott, que decía que un esclavo que huía para ser libre aún era un objeto que debía ser devuelto a su propietario. O como Plessy contra Fergunson, que defendía la legalidad de la segregación racial, e igual de pésima que los casos de las décadas de los veinte y los treinta que invalidaban la protección legal de los trabajadores –como los salarios mínimos y las leyes de jornada semanal máxima- por considerarse violaciones de los derechos de propiedad de los empleadores. Y pareja al caso Korematsu, en el cual la Corte Suprema aprobó el internamiento sistemático de los estadounidenses de origen japonés en campamentos de detención después de Pearl Harbor. Habíamos vivido y rechazado las premisas de todas esas decisiones reaccionarias anteriores. Yo sabía que Estados Unidos también superaría ese día oscuro en el que cinco jueces republicanos robaron a miles de sus conciudadanos su derecho al voto sólo porque podían hacerlo”.
Dice Clinton en su referido libro que Al Gore pronunció un maravilloso discurso de aceptación. Fue auténtico, elegante y patriótico. “Cuando le llamé para felicitarlo, me dijo que un amigo suyo, cómico de profesión, le había dicho en broma que se llevaba lo mejor de ambos mundos: había ganado la votación popular y no tenía que hacer el trabajo”
Sin embargo, agrego yo, esa calificada sentencia vergonzosa, parece que no surtió efectos negativos para el Presidente Bush, pues cuatro años más tarde recibió de manera convincente el favor del electorado norteamericano, al imponerse al candidato demócrata John Forbes Kerry, logrando su reelección para otro período gubernamental en la presidencia de los Estados Unidos de América.
Eso podría ser una muestra de que las decisiones adoptadas por los órganos jurisdiccionales del Estado tienen pocas incidencias sobre los electores al momento de éstos ejercer el voto.
No hay duda, las pasarelas por donde la justicia pasea su toga, sin importar que sea en Francia, España, México o Estados Unidos de América, no tienen el favor del público.
Nadie discute que la independencia judicial es uno de los valores en que se fundamenta la democracia. Por esa razón reafirmo lo que manifesté el 30 de noviembre de 2004: “Si en el pasado la independencia de la justicia era importante, ahora es crucial, debido a la creciente importancia de la administración de la justicia en la sociedad moderna. Esto se debe en parte, a que la sociedad se ha vuelto litigiosa y dependiente del ordenamiento jurídico, pero aún más por el hecho de que los tribunales están conociendo con mayor frecuencia problemas sociales que impactan en el contexto de la sociedad en la medida en que inciden en los subvalores fundamentales.”
Muchas veces esa independencia se concibe tan sólo en relación al Poder Ejecutivo. Pero esto significa más, significa separación también de las fuerzas políticas, económicas, sociales, culturales y religiosas y, sobre todas las cosas, de los grupos de presión.
No es ético abogar por la independencia judicial cuando llegada la ocasión no se tiene ningún rubor en tratar de quebrantar esa independencia, procurando que la balanza de la justicia se incline favorablemente a un interés particular o propio, que la mayoría de las veces no coincide con la correcta aplicación de la ley.
Saludos Magistrado Jorge Subero Isa. No tenia conocimiento de esta maravillosa página, quien suscribe es un gran admirador suyo, tengo tres de sus libros y espero pronto tenerlo todos. Como usted dice en uno de sus libros si un algún dia quisiera parecerme a alguien seria a usted. Siga hacia adelante que usted no necesita presentacion.
ResponderEliminarRamón Estévez, politoestevez@gmail.com