(Otra historia para ser contada)
Juzgado de Trabajo del Distrito Nacional
Al
designarse en la madrugada del 3 de agosto de 1997 la Suprema Corte de Justicia
por el Consejo Nacional de la Magistratura, por mandato expreso de lo dispuesto
por la Constitución de la República del año 1994, el Juzgado de Trabajo del
Distrito Nacional se encontraba funcionando en el sótano de un edificio
comercial ubicado en la calle José Martí esquina avenida 27 de Febrero, que
asemejaba el subterráneo de un centro carcelario, cuyas condiciones deprimían a
jueces, trabajadores y empleadores, pues, entre otras cosas había un puesto de
venta de pollo frito cuyo olor penetraba inmisericordemente al local. Se había
dotado el tribunal con una planta eléctrica que se encontraba más en estado de
reparación que de funcionamiento y cuya adquisición fue debido, según el mismo
me manifestó en una ocasión, al Dr. Rafael Alburquerque, a la sazón Secretario
de Estado de Trabajo.
Sin
embargo, es justo reconocer que ese traslado a la José Martí fue un paso de
avance extraordinario para esa época debido a que antes ese mismo tribunal
funcionaba en la avenida Pedro Livio Cedeño, Ensanche Luperón, donde
anteriormente funcionaba el Juzgado de Paz de Trabajo del Distrito Nacional.
Todavía recuerdo claramente la dramática foto publicada en un periódico local,
que presentaba a una de las salas de audiencias del Juzgado de Trabajo del
Distrito Nacional sesionando debajo de un árbol colocado al frente del antiguo
Juzgado de Paz de Trabajo. Los abogados que ejercían la materia en esa época
han de recordar las penurias y tardanzas en los procesos por la precariedad de
espacio y funcionamiento defectuoso.
Cumpliendo
con el mandato de garantizar "a empleadores y trabajadores, para la
solución de sus conflictos, la creación y el mantenimiento de jurisdicciones
especiales", según dispone el XIII principio fundamental del Código de
Trabajo, la Suprema Corte de Justicia como el órgano del Estado encargado de
velar por el cumplimiento de ese mandato, en el año 1998 dotó al país de jueces
especializados en la materia, lo que dio al traste con el anterior sistema de
elección de jueces a quienes se les encargaba de administrar justicia, sin
importar su preparación ni el área de su especialización, con el único interés
de ubicarlos en una posición remunerada.
Sin
embargo, a pesar de la excelente selección de los recursos humanos destinados a
la jurisdicción de trabajo, le faltaba algo a la justicia para que fuera más
digna y respetada. Era un atropello contra los magistrados mantenerlos en
condiciones físicas deplorables.
No
basta la calidad de los jueces, ni del personal de apoyo para que la justicia
sea rápida y eficiente. Este es un elemento importante, pero no el único. Es
necesario también que los magistrados estén dotados de la comodidad que le
proporciona el hábitat en que se desenvuelven y la facilitación de los recursos
necesarios para el desempeño de sus funciones.
A
solicitud del magistrado Julio Aníbal Suárez, a quien el Pleno de la Suprema
Corte de Justicia había designado Coordinador para la jurisdicción de trabajo,
asistimos juntos a visitar en la calle José Martí el referido juzgado de
trabajo. Realmente las condiciones de funcionamiento eran deplorables. A las
carencias de facilidades del lugar se unía el caótico tránsito de vehículos en
la zona. Las condiciones en que funcionaba ese tribunal contrastaban con la
Corte de Trabajo, la cual había sido objeto de un profundo cambio, pues el
presidente Fernández había asumido, antes de la llegada de la entonces Suprema
Corte de Justicia, la ubicación y modernización de la edificación de esa Corte,
en la avenida Independencia.
Por
esa razón, una de las primeras medidas de esa gestión fue buscar alternativas
para la ubicación adecuada de los tribunales de trabajo en el Distrito
Nacional, a fin de alojar a los magistrados y empleados con todo el confort y
con la dignidad que merecían los administradores de justicia. ¡Era un reto
importante que se nos presentaba!
Luego
de evaluar las diferentes opciones que teníamos nos decidimos por aprovechar el
edificio donde funcionaba (todavía lo hace) el Juzgado de Paz de la Quinta
Circunscripción del Distrito Nacional, sito en la calle Ramón Cáceres, Ensanche
La Fe, del Distrito Nacional, optando por construir encima de su estructura dos
pisos adicionales. Se escogió ese lugar porque ofrecía buenas condiciones de
acceso al público y la edificación ofrecía ventajas para el propósito que
teníamos de alojar en él las salas requeridas, así como una pequeña sala de
audiencia destinada al referimiento para el presidente del juzgado de trabajo.
La
nueva edificación fue dotada de despachos individuales y salas con un sistema
de climatización central, mobiliario y equipos nuevos como una manifestación
del interés de la Suprema Corte de Justicia hacia la jurisdicción de trabajo.
Todo
el edificio fue debidamente cableado para las computadoras y el establecimiento
de una gran red, que se encargaría de suministrar la información necesaria
contenida en una base de datos. En lo inmediato, se dispuso un sistema
aleatorio computarizado mediante el cual el Presidente del Juzgado distribuiría
los expedientes entre las diferentes salas, impidiendo de esa manera que éste
se convierta en árbitro de determinar la sala que ha de asignarse para el
conocimiento de un asunto.
Se
aprovechó para rehabilitar físicamente el Juzgado de Paz de la Quinta
Circunscripción del Distrito Nacional y la Oficialía del Estado Civil de la
Sexta Circunscripción del Distrito Nacional, entidad esta última que si bien no
pertenece al Poder Judicial el hecho de estar alojada en el mismo edificio nos
obligaba moralmente a darle el mismo tratamiento que a nuestras dependencias.
La
inauguración del edificio que aloja el Juzgado de Trabajo del Distrito Nacional
tuvo lugar el 8 de abril de 1999, lo cual coincidió con la presencia de
eminentes juristas que nos visitaban en ocasión del Seminario Internacional
"El Derecho de Trabajo ante el Nuevo Milenio", con motivo del 75
aniversario del ingreso a la OIT de la República Dominicana.
Recordamos
parte del discurso pronunciado en aquella ocasión donde expresamos “Disponiendo
en la actualidad de la infraestructura tecnológica necesaria, como son nuestra
base de datos y sus servidores, nuestra
página electrónica (home page), nuestro intranet, nuestro punto de información
judicial y su tecnología touch screen, así como nuestro servicio automático de
información telefónica, nuestra jurisprudencia en CD, entre otros, no le
tememos a solucionar los problemas laborales que necesariamente han de
presentarse en los próximos años a consecuencia del progreso, principalmente en
la tecnología de información y la biotecnología, conjuntamente con lo que
algunos llaman la "tecnoélites" causante de lo que se considera como
una nueva revolución industrial en Gran Bretaña, comparable con la que
transformó las vidas laborables y creó fortunas en los siglos XVIII y XIX”.
En ese entonces el propósito era dotar esa jurisdicción de las herramientas más avanzadas a fin de poder mejorar la administración de justicia en materia de trabajo en el Distrito Nacional.
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